Muchas veces se ha comentado falsamente que la España del siglo de oro fue una España caduca, mísera, atrasada con respecto a Europa y anclada en la religión, las guerras, la colonización y con una inquisición extremadamente dura. Para desmentir muchos agravios comparativos hechos por otras naciones europeas daremos a conocer a otro hombre valorado entonces pero despreciado y olvidado hoy en día. En la escuelas se enseñan las invenciones inglesas de la máquina de vapor olvidando que fue en España donde primero se desarrolló este invento ayudando al desconocimiento y dando por válida la expresión de que nadie es profeta en su tierra. En 1558, Felipe II había prohibido a los españoles estudiar o enseñar en universidades de países que estuvieran en guerra con España. Este hecho ha sido criticado acusando de oscurantismo religioso y demás tonterías cuando el principal motivo era el militar para impedir al enemigo tener conocimientos desarrollados por el Reino de España que en muchas ocasiones como vemos fue desarrollada por militares, monjes , aristócratas u otros hombres ilustrados. Esta situación provocó un aislamiento de la ciencia española que fue contrapesada con la creación de centros propios como la Academia de Matemáticas de Madrid en 1583.
Podemos decir hoy en día que no existió tal atraso en aquél momento y que el único atraso es el d elos historiadores que ocultaron o no investigaron debidamente la historia de un país al que tenían miedo y trataban de desprestigiar. Es una absurdez pensar que el país que dominaba medio mundo sólo llevase a cabo conquistas y gastase todo en guerras y dejase de lado el aspecto científico-militar como han sugerido muchos historiadores y al mismo tiempo pudiese mantener la hegemonía durante 3 siglos. Desafíos como aumentar la rentabilidad de las minas, el esfuerzo de los trabajadores que servían en las minas, limpieza y purificación de los metales, gestión de las finanzas del reino, mejoras en la estadística fueron notables haciendo una profunda revisión de las tierras y las gentes que habitaban el reino.
En lo que debemos dar la enhorabuena a los detractores extranjeros y propios es en la labor de ocultamiento y crítica a la historia de España.
Buen ejemplo nos lo da el propio Ayanz:
“Se deben dar exenciones y libertades a los que registren las minas, como se hacen en otros reinos donde las minas son más pobres que las españolas. Está comprobado que España es más rica en minas de oro, plata y otros metales que ningún otro reino de la Cristiandad, por lo que no es necesario importarlos. (…) La salida de España de los expertos alemanes sin que adiestrasen a los españoles ha sido la causa de que no funcionen correctamente los ingenios de las minas. (…) Es necesario nombrar jueces honrados que conozcan el funcionamiento de la minería, y que las apelaciones se hagan ante el administrador general de las minas y no ante otra instancia. Que no se les obligue a pagar a los dueños de las minas diezmos sobre los salarios de los trabajadores. (…) Hay que moderar el rigor de las leyes y pragmáticas referentes a las minas. Hay que modificar, en particular, los puntos referentes a los impuestos, que deben ser más bajos y facilitar la privatización de las minas reales. (…) Solamente en el caso de que no se encuentren particulares para la explotación de las minas de interés, debe hacerse cargo de ello la Hacienda Real”.
Nacido en Guenduláin, Navarra, Ayanz fue un militar español que dedicó buena parte de su vida a la invención y diseño de máquinas.
Mientras en otros países europeos aun tardarían más de 100 años en ver una máquina de vapor en España ya se había conseguido el desarrollo de este tipo de maquinaria. Ayanz diseñó y patentó un modelo de máquina de vapor moderna en 1606. En Inglaterra taradarían un siglo aun en desarrollar su primera máquina de vapor cuando el inglés Savery patente su máquina en 1698 lo que demuestra el adelanto de las ciencias del Reino español en el siglo XVI. No sólo la patentó sino que le dio aplicaciones prácticas.
Tras servir en la corte como paje durante el reinado de Felipe II. sirvió en Flandes como militar caballero de la Orden de Calatrava, desempeñó importantes cargos públicos: regidor de Murcia y gobernador de Martos. Más adelante fue nombrado gerente de las minas del reino (550 minas) resolviendo problemas técnicos en la minería de aquél entonces como eran la acumulación de contaminación dentro y la acumulación de agua freática. Además fue músico, pintor, cosmógrafo, empresario
Ayanz desarrolló un sistema de extracción de agua mediante sifón con intercambiador haciendo que el agua usada en el lavado del mineral proporcionase la energía suficiente para elevar el agua que contaminaba las galerías excavadas lo que supone la apicación práctica del principio de la presión atmosférica cuyas bases no serían puestas hasta un siglo más tarde demostrado por Torricelli en 1643 y confirmado por Pascal más adelante.
Más adelante desarrollo la idea de emplear la fuerza del vapor para propulsar un agua acumulada en las minas, sacándola al exterior en flujo continuo en una tubería aplicar el primer principio de la termodinámica, definido dos siglos después. Refrigeró mediante el mismo principio las minas enfriando el interior mediante un sistema de intercambio de calor con nieve inventando el primer intercambiador de calor.
Hasta medio centenar de inventos le fueron reconocidos en 1606 en el “privilegio de invención” (como se llamaba entonces a las patentes) firmado por Felipe III. Entre otros inventos destacan:
Una bomba para desaguar barcos
Un precedente del submarino
Una brújula que establecía la declinación magnética
Un horno para destilar agua marina a bordo de los barcos
Balanzas “que pesaban la pierna de una mosca”, piedras de forma cónica para moler
Molinos de rodillos metálicos (se generalizarían en el siglo XIX)
Bombas para el riego
La estructura de arco para las presas de los embalses
El primer traje de buceo se puso a prueba en el río Pisuerga en una demostración a la que asistió el propio Rey Felipe III junto con miembros de la corte.
Por si queda alguna duda así lo mentaba el "privilegio" de Felipe III:
“Y nos, superintendentes, que atento al trabajo, estudio y industria que habéis puesto en declarar y apurar los ingenios, trazas e invenciones, por la orden y forma contenida en la declaración y dibujos que aquí van insertos y declarados, tan útiles y necesarios a nuestro servicio y al bien público, fuésemos servido de daros y concederos nuevo privilegio para que vos y vuestros sucesores, y no otra persona sin licencia vuestra o suya, puedan usar de ella, o como la nuestra merced fuese. Lo cual, visto en el nuestro Consejo de la Cámara, habemos tenido por bien, y por la presente damos licencia y facultad a vos, el dicho don Jerónimo de Ayanz, para que por tiempo de los veinte años siguientes, siendo las dichas invenciones, ingenios y máquinas nuevos en nuestros reinos, podáis usar y uséis de ellas, so pena que cualquier otra persona o personas que sin tener vuestra licencia o de quien vuestro poder hubiere, durante el dicho tiempo hiciere o usare de los dichos ingenios o trazas de cualquiera de ellas, incurra por el mismo caso y hecho, cada vez que los hiciere, en cincuenta mil maravadís de pena y el arte perdido”.
Todo esto puede consultarse en varias obras de referncia: